Mamá, tenías razón: un día para repasar lo mucho que le debemos

“Algún día lo entenderás”, te decía tu madre. Tú también “sufriste” en tu juventud su presión para que dieras valor a lo que tenías, ¿verdad? De lo que no te diste cuenta es de que, lo que pensabas que hacía solo para fastidiar tu día a día, era realmente para hacerte mejor persona. Has disfrutado de una master class impagable, y ahora es cuando nos damos cuenta. ¡Gracias mamá, ya lo he entendido!

“Aún te pasa poco…”

Las madres son auténticas fuentes de sabiduría. Sus consejos, disfrazados de broncas o castigos, nos han hecho tal como somos. Y es innegable la mucha razón que tenían al decirnos todo aquello.

¿Que no te lo crees? Mira a tu alrededor. ¿Tu madre estaría orgullosa de cómo tienes la casa? Seguro que sí, pues ha influido en cómo la cuidas más de lo que imaginas. Por si sigues dudándolo, vamos a repasar sus grandes aportaciones que hoy en día seguimos al pie de la letra.

“¿Te aburres? Pues recoge tu cuarto”

El primer sitio donde notamos la influencia de nuestra madre es sin duda en el dormitorio. ¿Cuántas veces has mirado hacia otro lado cuando te decía que lo tuvieras ordenado? Hoy en día ni nos planteamos dejar el trasterío que teníamos en nuestro cuarto de adolescentes. “¡Vaya leonera!” Que sí, mamá, que tenías razón.

¿Dejar todo el día la cama sin hacer? ¡Ni pensarlo! Con el gusto que da entrar y verlo todo impoluto. Dormir y que las sábanas no se conviertan en un bulto amorfo. Esos placeres de los que disfrutamos gracias a ella.

“Ni por favor ni por favora”

Ahora que eres independiente puedes por fin olvidarte del calvario que suponía cambiar la ropa de cama sucia por la limpia. Pero… ¿lo haces? Ni se te ocurriría, ¿no es así? Y tampoco es para tanto, cuando antes lo veíamos como un castigo.

¿Y qué me dices de la ropa? ¿Añoras el montón que tenías encima de los muebles? No niegues que las perchas fueron uno de los mayores descubrimientos de tu vida adulta. ¿Vestir sin arrugas? Yes, we can!

“No soy ningún banco”

¿Recuerdas todas las veces que tu madre te dijo que no dejaras las luces encendidas? Ahora que eres tú quien paga las facturas empiezas a entender el porqué. Tenía razón en llenar la casa de lámparas de mesa y lámparas de pie. ¿Para qué derrochar tanta electricidad si solo quieres leer un poco?

“Come y calla”

El comedor es uno de los espacios más importantes de casa, donde vas a recibir la mayoría de visitas, y por eso ella insistía en tenerlo a punto para dar una buena imagen. Guardar como un tesoro la vajilla “buena” para los invitados es uno de esos trucos que debemos usar. Así como tener un mantel para ocasiones especiales y servilletas de tela para las cenas más importantes. Suena a muy de madre, ¿pero acaso no es una buena idea?

Del mismo modo, ahora ni se nos ocurriría terminar de comer, recoger y dejar la mesa desnuda. ¡Qué soso! Unas velas, flores, jarrón… Algo que decore la mesa hasta su próximo uso, ¿no? ¿Quién lo hacía así también? Exacto.

“Esto no es un hotel”

Llegamos al salón, el lugar donde más tiempo pasamos. ¿Eso son posavasos? Uy, ¡qué cantidad de cojines! Una alfombra para poder descalzarse y… ¿plantas? ¿Cuándo ha redecorado mamá nuestros salones? Ya, claro… “mamá”…

“Te lo dije”

Sí, asume el “te lo dije”. Sabes que tu casa, por suerte, tiene mucho de tu madre, por lo que le debes más de lo que pensabas. En lo de que la ibas a matar a disgustos no tenía razón, pero sí en todo lo demás. Cada día te pareces más a ella y lo sabes. No olvides agradecérselo.

 

 

 

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Imágenes: SKLUM, Pinterest, Unsplash

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